Los niños y niñas jóvenes suelen tener poco conocimiento sobre temas como el sexo y la sexualidad, lo que significa que no siempre comprenden lo que implica una relación sexual saludable. Si se exponen a contenido pornográfico antes de haber experimentado algo tan sencillo como su primer beso, un abrazo afectuoso o una relación íntima adecuada, esto puede tener un impacto considerable en su desarrollo emocional y afectivo. La pornografía presenta una narrativa distorsionada, donde las mujeres son tratadas como objetos sexuales desechables, lo cual se refuerza con la hipersexualización en la cultura popular.

Este constante bombardeo de mensajes dañinos sobre relaciones e intimidad puede afectar la capacidad de los niños, niñas y adolescentes para construir relaciones auténticas y saludables. Los psicólogos describen este fenómeno como la formación de un «guion sexual» que obstaculiza su capacidad para desarrollar una responsabilidad afectiva. Esto puede impedirles convertirse en jóvenes emocionalmente sanos que entiendan el respeto mutuo y los límites dentro de las relaciones.

La terminología sobre el abuso sexual de menores define la exposición a contenido dañino como el acceso, intencionado o accidental, de los niños, niñas y adolescentes a material sexual o violento que no es apropiado para su edad. Esto puede tener efectos graves en su desarrollo, ya que normaliza comportamientos tóxicos que pueden ser imitados en sus propios círculos de amistades. Este tipo de contenido, cuando se introduce en una etapa tan formativa, también puede moldear erróneamente sus ideas sobre los límites corporales, haciéndoles creer que conductas violentas o agresivas son aceptables en las relaciones.

En este contexto, la hipersexualización y la «pornificación» de la cultura popular están enseñando a los jóvenes a internalizar expectativas sobre la intimidad que son dañinas. En muchos casos, los niños y adolescentes llegan a esperar comportamientos violentos en sus propias experiencias afectivas, lo que los expone al riesgo de permitir abusos y perder de vista la importancia de crear límites claros en sus relaciones.

Para ayudar a nuestros hijos a evitar caer en este tipo de actitudes destructivas, es fundamental enseñarles desde una edad temprana lo que implica una relación saludable basada en el respeto, la comunicación y el consentimiento. Además, los padres, madres y tutores deben proporcionar ejemplos positivos y abrir canales de comunicación para que los niños y adolescentes puedan discutir estos temas sin tabúes o juicios.

Si deseas saber más sobre cómo evitar que tu hijo o hija desarrolle estas actitudes o comportamientos, no olvides seguir las redes sociales de Redes con Límites Seguros para obtener más información y recursos valiosos.

Share This