En una cultura donde predomina la hipersexualización, los niños, niñas y adolescentes enfrentan el reto de entender términos como objetivización, auto-objetivización y pornificación, conceptos necesarios para que puedan identificar y poner nombre a las influencias que afectan su desarrollo. La objetificación implica ver a una persona como un objeto o una cosa, en lugar de un ser humano completo con cualidades y derechos individuales. Mientras tanto, la hipersexualización presenta a las mujeres y niñas en particular como objetos de deseo sexual, afectando cómo las percibe la sociedad.
En este contexto, las mujeres y niñas son reducidas a atributos físicos específicos, como el tamaño y forma de ciertas partes de su cuerpo. Cuando esto ocurre, su personalidad, talentos y aspiraciones quedan opacados, invisibles ante la percepción general. Este fenómeno no surge de una inclinación natural, sino de una cultura que sistemáticamente refuerza estas percepciones, impulsando a los jóvenes a adoptar estos mismos valores.
Por otro lado, la auto-objetivización describe la tendencia a juzgarse a uno mismo desde una perspectiva externa, como si el valor personal se limitara a la capacidad de cumplir expectativas físicas ajenas. La auto-objetivización es un efecto directo de vivir en una sociedad que premia la apariencia sobre cualquier otro aspecto de la personalidad femenina. Esto impacta desde la autoestima hasta el comportamiento, ya que estudios señalan que mujeres con altos niveles de auto-objetivización tienden a usar ropa más sensual, buscando la aprobación externa más allá de sus propios intereses.
Finalmente, entender estos conceptos permite a los niños y adolescentes cuestionar los mensajes a los que están expuestos y desarrollar una perspectiva crítica frente a la cultura que los rodea. Para saber más sobre cómo guiar a tu hijo, hija o adolescente en este proceso, sigue las redes de Con Límites Seguros para más información y recursos sobre educación y protección infantil.
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