La protección de la integridad física y emocional de los niños, niñas y adolescentes es fundamental, especialmente en el entorno digital. Compartir o distribuir imágenes de menores de edad sin su consentimiento es considerado un delito grave, conocido como pornografía infantil, y forma parte de la explotación infantil. Incluso si los menores son quienes producen y distribuyen ese contenido, esta conducta es ilegal y puede traer consecuencias serias.

El sexting, por ejemplo, es una práctica que conlleva múltiples riesgos para los adolescentes. Aunque algunos puedan haber visto imágenes sexuales de adultos en línea, es esencial que comprendan que bajo ninguna circunstancia deben crear ni compartir fotos suyas desnudos. Hacerlo no solo es ilegal, sino que también puede afectar su bienestar emocional, además de poner su privacidad y seguridad en riesgo. Cualquier persona que posea esa imagen puede controlarla sin que el menor sepa cómo será utilizada.

Es crucial educar a los menores sobre la importancia del consentimiento y establecer límites claros en la comunicación digital. Los padres y madres tienen un rol vital en esta tarea, enseñando a sus hijos cuándo compartir contenido es apropiado y cuándo no lo es. Aunque pedir permiso puede parecer una norma básica, siempre es un paso necesario para proteger la seguridad y el bienestar de nuestros niños y adolescentes.

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